Épica española
Para don Ramón Menéndez Pidal, la épica castellana surge a su vez de la germánica, llegando ésta a la Península a través de los visigodos y diluyéndose paulatinamente en crónicas o romances, pero, para don Ramón, el auténtico heredero de estos cantares de gesta legendarios sería el romance, y es que, aunque todos los pueblos europeos coinciden en que conservan en sus más profundos orígenes poemas épicos de héroes e historias legendarias, en España hay ciertos matices que la diferencia del resto. En España destaca la pervivencia y diversidad de motivos romancísticos, heroicos y folklóricos a través de los siglos, ya que es de notable relevancia cómo, por ejemplo, la épica germánica se limita a la época de las grandes invasiones o la francesa a la época carolingia, pero, sin embargo, en la española encontramos motivos de diversas épocas, desde el rey don Rodrigo al Cid Campeador, pasando por Fernán González o la caída de Granada; muchos de esos romances viejos, según Menéndez Pidal, no son otra cosa que fragmentos de poemas épicos más largos que, olvidados del arte más elevado, son conservados por el pueblo como fragmentos de algo más grande que, con el paso de los años, va tomando una personalidad propia y creando una nueva historia a su alrededor, perdiendo su primigenio carácter épico para derivar a algo más lírico, dramático o sentimental, pero, en cualquier caso, más legendario y popular. Esta permanencia no se limita únicamente a los héroes y motivos del ámbito nacional, ya que, mientras que en el siglo XIV en Francia o en los territorios germánicos ya nadie se acordaba de Sigurd o Roldán en la poesía épico-lírica, en España se seguían cantando y divulgando de igual manera las gestas del Campeador o las de Carlomagno y sus doce pares; en el país galo la producción de materia heroica fue más abundante que en España hasta ese siglo; de esta manera vemos cómo, aun en épocas tan tardías para el medievo, “los héroes carolingios pululan por los romances, tanto en los antiguos como en los modernos, codeándose con los héroes españoles”. Este es el mayor de los factores que destaca el romancero de todas las demás baladas narrativas europeas, el tradicionalismo con el que mantuvo vivos a los héroes, no solo propios, sino foráneos también, la unión con las gestas heroicas medievales aun cuando esta época llegaba a su fin.

De esta manera podemos ver como en la épica hispánica se aúnan héroes de toda Europa, pero aun así hay una serie de características que diferencia a nuestros héroes del resto y es, además de la pervivencia a lo largo del tiempo, el realismo con el que se trata sus hazañas ya que, por lo general, no suelen intervenir elementos sobrenaturales ni divinos por norma general. También hay que resaltar que esas epopeyas que poco a poco fueron convirtiéndose en romance se diluyeron en las aguas de la tradición, y se mezclaron con otras leyendas propias y foráneas, con otros héroes y con otros mitos. El mejor exponente de este fenómeno es el rey don Rodrigo, el cual perdió España ante los moros en la batalla de Guadalete en el año 711, en el siguiente vídeo podrás comprobar todas las versiones que hay acerca de su muerte y del paradero de su tumba. Vas a encontrar similitudes con mitos que hemos tratado con anterioridad e incluso una leyenda que está clarísimamente mezclada con la del rey Arturo.
Podríamos hablar de muchos héroes hispánicos, desde Fernán González hasta Bernardo del Carpio, pasando por don Pelayo o el ya citado antes rey don Rodrigo, pero sin embargo, hay uno que destaca sobre todos los demás, y éste no es otro que Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid campeador, del cual conservamos uno de los mas destacados cantares de gesta de toda Europa, realizado alrededor del siglo XI y de autoría anónima. Es una obra única en la épica europea, no sólo por su realismo, sus características formales y su dualismo a la hora de no establecer claramente un enemigo común al que combatir, sino porque a partir del cantar se crearon numerosas leyendas y romances con la que se agrandó aún mas la gloria del campeador.
Pero, para no dejarte con la miel en los labios, sumérgete por ti mismo en las aventuras del Cid:
Como ya se ha explicado en el primer apartado de esta sección, esos cantares de gesta fueron derivando en romances heroicos que narraban pequeñas historias de aquellos héroes, estos eran poemas narrativos, escritos en versos octosílabos que riman en asonante los pares y quedan sueltos los impares, a continuación te voy a dejar una serie de romances sobre el Cid para que puedas inspirarte de cara a la tercera y última actividad.
Actividad 3
Realiza un romance de elaboración propia narrando un episodio del cantar que te haya llamado especialmente la atención, recuerda que tienen que ser versos en su mayoría octosílabos y que rimen en asonante los pares mientras que los impares queden libres.
Si los señores de la Edad Media pudieron tu también puedes ¡Ánimo!
Estás a un paso de convertirte en una leyenda, has ganado el derecho a tener un caballo propio y forjarte tu destino, lo que te convierte en CABALLERO, honra tu estandarte e imparte justicia en su nombre.

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